Con 32 años, Kitana Lure, no pierde el toque de seducción, jodidamente sexy, toda de blanco, llamará la atención de su hombre. Por supuesto que va a interrumpir el desayuno, ese hilo dental y las miradas que hablan son imposibles de rechazas. Aceitando el cuerpo hace brillar la piel, abdominales se marcan y el traslucir de la lencería es fatal. Sonríe cuando lo siente respirando atrás suyo, se regala a manos que no tardan en busca introducir un dedo por atrás. Una lengua en el lugar indicado la dejará palpitando lista para arrodillarse en oral. De rodillas, sobre la silla, siente como entra curvada hacia arriba en su estrecho garage.