Tengo curiosidad por el anal, pero soy estrecha, el consolador no entra, hasta que mi compañero de alquiler me deja probar. Mis amigas me han contado lo que disfrutan teniendo sexo anal y quiero probar. Me compré un juguete para ver que pasa, pero los intentos son pésimos. Ni la cabeza pasa, de repente veo que Charlie Dean está detrás mio mirando. Joder, que susto, me acomodo como puedo mientras se ríe de mi. Estoy algo avergonzada pero cuando me ofrece ayuda acepto de inmediato.
Bajé rápido la bombacha y abrí nalgas, pero a pesar de empujar fuerte tampoco lo consiguió. Joder! pienso, nunca lo voy a poder lograr, sin embargo, accidentalmente lo consigo. Me voy a sentar en el inodoro ya rendida y de repente lo tengo todo dentro. No lo vi, estoy feliz, aunque tengo otro problema, soy estrecha y se me quedó atascado. Al único que puedo pedirle ayuda es a Charlie y cuando me asomo en su habitación lo veo desnudo con la verga bien dura. Me mira con esa expresión de degenerado que ponen los hombres y sin dudarlo me tiro encima.
Completa me la trago, sale saliva por los costados de mi boca, pero estoy tan cliente que me encanta. Allí es cuando él nota que lo tengo incrustado, por suerte tenía vaselina y con maña logró sacarlo. Mientras tanto yo sigo chupando como una cerda pensando en ese anal que tanto espero. Luego comenzó a lamerme el culo y sentí como se dilataba, un dedo, luego dos, joder! que me la meta de una vez. Y entró, tan a fondo que siento las bolas rebotando contra mi conchita.