Me avisaron que hay una chica nueva para realizar las tareas en la pensión, pero le resté importancia, vine a estudiar y para eso vivo. La saludé y me retiré a la habitación. A la hora de merendar bajo como cada día, siento unos pasos acercarse, es ella, viene a traerme el café y accidentalmente, creo, se manchó la camiseta amarilla. Intento ayudar, secarla, pero las manchas están justo en un lugar donde no me atrevo a tocar. Me deja boquiabierto cuando baja todo descubriendo los pechos que me resultan geniales, y si bien, como dije, soy un estudiante responsable, también tengo derecho a divertirme. No se que me vio, pero allí está, concentrada en darme sexo oral, y lo mismo haré por ella, luego, siempre por detrás, intentaré hacerla llegar al orgasmo antes de correrme.