Una señora de hogar se convierte en el cuerpo del agradecimiento.
... Ike llegó a casa después de la universidad y la encontró en la cocina. Becky, sentada con su camiseta negra y pantalones terracota, parecía esperar algo. Le contó que un compañero la había llamado "milf", y su voz cargaba una mezcla de rencor y desafío. Becky sonrió, un brillo travieso en los ojos, y como recompensa le dio lo que Ike no esperaba: un toque inesperado, furtivo, que hizo que la tensión en el aire cambiara de inmediato. Más tarde, Ike la encontró de nuevo, esta vez oliendo sus boxers con una mirada cómplice, como si todo estuviera perfectamente calculado. El segundo encuentro, ahora en el sillón, ya no era accidental; la atmósfera estaba marcada, la ropa ha desaparecido.
Así son ellas, impulsos a veces no controlados, pero siempre con finales magníficos, un ejemplo mas, esta deliciosa milf.