Jake, recién divorciado y aún con olor a papeles de custodia, decide probar suerte en el glorioso mundo de las apps de citas. Desliza sin esperanza hasta que aparece Luna, una cubana con curvas como autopista sin límite y actitud de huracán. En el chat no se anda con rodeos: directa, divertida, y con un acento que parece un hechizo. Quedan en verse, y antes de que él pueda practicar su sonrisa frente al espejo, ella ya está en su sala, arrojando la ropa como si estuviera escapando de un incendio. "Trae toallas. Muchas.” Jake, confundido pero obediente, regresa con un montón. ¿Para qué? No pregunta, porque prefiere descubrirlo. Lo que no esperaba es que los gritos fueran reales y el sofá quedara… navegable. La pasión viene en olas, y con Luna, siempre hay alerta de marea alta. Al parecer se trata de un temporal en América Latina, vean a esta colombiana.