... Derrotado, vulnerable, roto. Ella lo escucha… al principio. Pero algo en él despierta algo en ella. Se lleva la mano al anillo… lo gira… lo retira. Un botón más de su camisa cae como una decisión moral. Su voz cambia, ya no es técnica, es carne. Nickey deja de ser la profesional. En esa habitación silenciosa, entre papeles clínicos y emociones sin resolver, está a punto de arriesgarlo todo. No por amor. Por un impulso que ninguna teoría puede explicar. Ni justificar.
Sabías que el 7% de los terapeutas ha confesado haber sentido atracción por un paciente. Pero cruzar la línea pone en riesgo su licencia… y su identidad profesional.
Será que lo enseñan en la universidad, otro insólito caso lleva a un movimiento similar.