Curvas perfectas dibuja el vestido blanco que tiene puesto la madre del amigo, solo resta saber que hay debajo. Una partida de play comienza a cambiar el destino del joven con la llegada de la imponente Kendra que hace imposible no querer mirarla.
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Tal vez hubiera sido fácil no hacer lo que hizo si no se hubiera comportado tan amable y toquetona, pues ese saludo tocando el hombro provocó que la testosterona aparezca. Una copa de leche, galletas, todo sirve para acercarse aumentando el nivel de deseo.
Lucas tiene un lapsus al mirar el escote donde queda inmóvil confundiendo realidad con sueños, allí se la imagina en ropa interior como si fuera su amante. Pero despierta y se da cuenta que nada es lo que parece, aunque para este momento, a mirar al sofá de al lado, su amigo no está. En tanto por detrás se puede ver a la madre sentada en el sillón con los pies en la mesa ratona permitiendo que vea la parte baja de sus nalgas.
Lo invitó a sentarse a su lado donde lo va llevando de a poco a donde quiere, deslizar una mano entre la barriga y el jeans con clara dirección a lo sensible del muchacho deja claro que es hora de amor.
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